lunes, 11 de noviembre de 2013

Vendaval nocturno

Fue un viernes de libertad,
de eso en que las luciérnagas brillan sin parar y sin miedo alguno.
El tiempo y espacio, lentamente se iban conjugando, cuando de pronto...
Tras un par de cervezas y unos tequilas,
aquel chico salió disparado atravesando
un pequeño corredor de gente,
a los lejos vio titilar mil luces que le indican la salida.
Ya estando afuera, en pleno mirador situado tras la vieja casa,
con la cabeza alborotada ya que el alcohol pasó la factura
muy rápidamente arrojándolo al prado,
dejándolo fijamente hacia el infinito cielo nocturno
y despojándolo de sus más cuerdas emociones.
— La noche está despejada y con mil agujeros brillantes.
¿Te acuerdas de la cortina de los dioses?
Como no recordarte...Si fue bajo estas mismas estrellas
que alguna vez toque el cielo.
Como no desearte, si bajo este cielo cósmico
se cumplieron todos los sueños que alguna vez tuve.
... Y como no morir, si es,
esta misma ausencia la que me devora el alma.—
Lo que sigue nadie lo recuerda, ni siquiera él.

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